sábado, 31 de octubre de 2009

Romería a Esquipulas: Devoción y Leyenda





En avión, en carro o en bus, el viaje a esquipulas es del todo cómodo y lo realizamos en un mínimo de tres horas. Nos es, por ello, imposible imaginarnos, cómo pudieron haber sido las romerías hace mas de cien años. De hechos, estas han evolucionado conforme los cambios tecnológicos, pero su contenido cristo céntrico sigue manteniéndose firma como motor que impulsa a los romeriotas a llegar por una u otra razón ante la imagen mas venerada de Centroamérica, uno del os tres Cristos Negros del Guatemala. Los otros son el de Xixim y el de El Peten.

Romería a Esquipulas: Devoción y Leyenda
Por César Chupina, periodista
Muchas leyendas giran en torno al Cristo Negro de Esquipulas y la bella ciudad que lo cobija. Los del Movimiento de liberación nacional supieron utilizarlo en 1954 como símbolo entrando por allí y utilizando el Cristo como su símbolo. Don Juan Francisco Aguilar asegura que “si no hubiera sido por el Señor de Esquipulas los comunistas se hubieran apoderado del país. Por eso yo me metí al MLN porque cuando entro la liberación al país entró precisamente por Esquipulas. El mero quince de enero es el día más importante para los liberacionistas. No hay libe racionista que no crea que no hay mejor presidente que el que cree en el Cristo Señor de Esquipulas, mi coronel”.
Don José Milla y Vidaurre nos cuenta cómo Juan Palomeque fue a visitar la imagen para pedirle un milagro: Que le devolviese la vista y, a cambio, le puso una cadena de oro en el cuello. Cuando salio curado del Templo, don Juan se jacto que fue gracias al regalo que el Cristo (¿interesado?) le había hecho el milagro y ni bien dijo tal cosa sintió que una especie de culebra tenia entre la bolsa del pantalón… al meterse la mano en la misma descubrió la cadena e instantáneamente perdió la vista de nuevo.
Algunos de los milagros del Señor de Esquipulas quedan en el inconsciente popular y con el tiempo mutan a tal grado de convertirse en historias que rayan en lo legendario. Historias como la de una madre que en el momento del parto dice haber visto la imagen; la de una artista que en el momento de peligro clamo a la replica que tenia su abuelita o la de alguien que pidió al Señor lo salvara en el momento de tener un percance automovilístico pueden tomar con el tiempo otras connotaciones.
El pueblo mismo fomenta su fe y devoción a través de este tipo de historias. De veinte personas consultadas respondieron quince que si creían en el Señor de Esquipulas; el restos eran de otra religión o se decían muy letrados como para dañar su imagen al decir “si creo en El”. De estos quince tomamos las siguientes historias y testimonios. La comerciante Anselma Pérez afirma que “mi mama al morir vio al Señor de Esquipulas. Le tenía mucha fe y devoción y en la agonía decía que lo veía. Que la estaba esperando del otro lado de un túnel el cual debía atravesar. Se murió contenta pensando en El”.
Doña Aurora España comenta: “Jesús me ha hecho unos milagros que si se los cuento se quedaría con la boca abierta. Entre ellos, fue salvar a mi esposo del vicio del guaro, una del as cosas que más le agradezco”. Doña Maria Reconcoj viuda de Pacheco comenta. “Cuando era fácil nos fuimos mi marido y yo a trabajar a los Estados Unidos. Una vez el avión iba a estallar y mi esposo y yo solo nos agarramos de la mano. Nos apretamos duro y nos encomendamos al Señor de Esquipulas. Tené piedá tatita, dijimos, y en ese momento todo volvió a la normalidad. Fue un susto muy grande. Pero el Señor nos salvo como nos salva siempre”.
Señorita Magdalena Godoy: “No sé si realmente creer en esto o no. Pero mi madre contaba que a su abuelita el Señor de esquipulas la salvo del sarampión y como ella me lo dijo lo cuento yo…”. Mirna Reyes. “Mire a mi no me ha hecho ningún milagro pero sé de mucha gente a la cual el Cristo Negro ha curado y que si alguna vez necesito de su ayuda la voy a tener. De hecho si no me ha pasado nada importante de los cual El tenga que salvarme es porque tengo su protección”.

El sentido moral
Otra interesante leyenda gira en torno a una piedra que esta en el camino viejo a la ciudad de esquipulas. La misma, comentan los vecinos, eran dos romeristas, hombre y mujer, compadres que “pecaron”, es decir que se detuvieron a hacer el sexo y al ser descubiertos fueron apedreados convirtiéndose ambos en piedra también. Dicha roca aun puede apreciarse y cuando pasaban las viejas romerías la apedreaban para castigar su impúdico proceder como aun lo hace uno que otro transeúnte del lugar, aunque ya muchos no saben ni por que hay que arrojar piedras a esa piedra”.
Las novenas tienen además de un amplio sentido religioso, uno moral y de unión familiar. Existen muchas personas como doña Eustaquia Salazar, zona 6, que hizo siempre su novena al señor de esquipulas todo un acontecimiento y la hacia coincidir con la del Niño Dios, razón por la cual hasta contrataba armonio para acompañar los alabados el ultimo día llamado siempre en todas las novenas “cabo de novena”. Esta tradición la han seguido sus hijos y nietos. Doña Margarita viuda de estrada, zona 3, recibía de cuando en cuando, una replica del Señor de Esquipulas en su casa y le rezaba devotamente. El día que llegaba era un día de alegría porque para ella era la visita más importante que podía recibir. Lamentablemente, al morir la señora los descendientes no siguieron la tradición. A esto hay que agregar la visita que se hace de las replicas del Cristo de esquipulas que realizan semanalmente los fieles a la Iglesia de esquipulas, zona 11 o a la de la Catedral Metropolitana o a la del santuario de Guadalupe que era sacado en procesión el tercer domingo de Cuaresma. Estas visitas sacian el ansia de los capitalinos de no poder ir siempre a la meca del catolicismo centroamericano. De hecho todo Cristo que tenga el color negro se llama automáticamente “De Esquipulas”, en cualquier región de la Republica.
Don Simón Cardona comenta: “Mi abuelita lo quería mucho. Cuando yo era niño por poco y me muero y le prometió al señor de Esquipulas ella le haría una visita en la que del atrio hasta el camerún donde estaba antes llegaría de rodillas y lo hizo. Tenía yo como siete años y no entendía nada. Ahora sé que fue un gesto de amor de mi abuelo a Jesús y a mí y de Jesús para los dos. Por eso todos los años voy a verlo el mero día. Lo quiero también y sé que mi abuelo ya murió pero esta con el esperándome en el cielo”. El sentido moral de lo que nos cuenta don Simón esta en lo que concluye: “Por eso tengo que ser bueno aquí para ganarme mas los favores y al morir estar con ellos dos”.
Y esto se aplica también a la vida publica y política: además, de la connotación liberacionistas ya mencionada don Lupe Chanquín nos da otro elemento a comentar: “Mi, si Guatemala esta como esta es porque no le rezan al Señor de Esquipulas, usted. A mí una vez se me entraron los ladrones y me dejaron en la calle. Yo le prendí una candela que había traído de esquipulas y le pedí al Señor me ayudara. Al poco tiempo, me fueron a dejar mis cosas y agarraron a los ladrones. Mi mujer no creía, fíjese, hasta que le fue a pedir trabajo para mi patojo y se lo dio… Viera cómo nos ha ayudado el Señor. Si Usted no cree, pídale y vera cómo cuando le dé lo que pida, si es bueno, pues empieza a creer… Guatemala esta mal porque no le piden al Señor y la gente ya no es buena…”.

Las reliquias
Lo milagroso de El Señor de esquipulas se extiende a través de las reliquias y recuerdo que se adquieren en dicha ciudad tras visitar al cristo Negro. Siempre, al comprar una imagen de Jesús… una magnifica… medallitas… los famosos sombreritos adornados… cordones para adornar el carros… cuadros con imágenes de otros santos… juegos infantiles… llaveritos… etcétera son benditos en el atrio de la Iglesia. Lo que más demanda tiene es el producto de cera consistente en candelas o figuras de hombres y mujeres o de partes del cuerpo que se pasan cuando la persona enferma. Si es hombre, la del hombre y si es mujer, la de mujer en lo que a figura completa se refiere. Sirve para la salud en general. Pero si e malestar esta en los brazos, por ejemplo, se pasa la del brazo en brazo enfermo… si es cabeza, cabeza, etc. Luego, las figuras se cera se ponen a los pies del Señor para que El haga la curación.
Las candelas pueden ser de color blanco o amarillo y son adornas por tiras de papel esmaltado de colores. Hay, también bellamente elaboradas con la imagen del Señor de Esquipulas o del Templo. Pero los colores no tienen significación alguna como en otros cultos como el de san Simón en san Andrés Itzapa, Chimaltenango, por ejemplo. Muchas personas compran las candelas, las bendicen en el atrio (este rito lo hace un sacerdote con agua especialmente preparada para el efecto) y las llevan a su casa para prenderlas en caso de mucha necesidad o en simple homenaje al Señor. “Yo, comenta don Lupe Chanquín, voy cada quince de enero a visitar al Señor de esquipulas porque ese es su día. Es muy alegre y ya saben en una pensión que me deben reservar hospedaje para mi y mi familia. Compramos candelas las bendecimos después de oír misa. Siempre compro quince candelas. Cada quince de cada mes prenso una y las tres que me sobran las tengo siempre para una emergencia. Eso me asegura protección del negrito…”.
También es importante anotar que muchas personas llevan sus reliquias religiosas a Esquipulas a bendecir o a bautizarlas y, por ello, el romeriota va con muchos bultos y cajas aun más grandes que su propio equipaje. “Ja. Yo todas las imágenes de mi altar, comenta don Lupe, las he bendecido en esquipulas., no pongo ni siquiera un pastorcito en el nacimiento si no lo hacemos. Mi Jesús Nazareno y mi Virgen de Dolores fueron bautizados en Esquipulas porque a ellos se les busca padrinos que nos acompañan en el viaje y en el momento de la bendición detienen las imágenes para que les caiga el agua…”.

En el camino viejo
Mi abuelo padrino, Fito, contaba la odisea que era ir a esquipulas por el camino viejo, el cual era tan angosto que el bus que iba a encontrar el que venia, corría peligros inimaginables. Muchas veces caían al barranco por una u otra razón muriendo casi todos. Una vez, contó el abuelo padrino, al ver un accidente, los de la camioneta en la que el, aun niño, iba con su familia, se detuvo, bajaron a “guanaquear” (explorar¡ y hasta “una indígena con los sesos de fuera vimos”. Un cuadro que jamás se le olvido ya que decidieron destaparla porque la cabeza la tapaba el reboso y ya se imagina el lector (a) el susto.
Mi abuela Lola comenta también que las romerías eran muy alegres. Se iban en grupos muy grandes cuando se hacían ocho días en camioneta. Había también personas que iban a pie y se hacia quince días usando caminos. Mi abuela Mina, en cambio, de su pueblo, Morazán, El Progreso, iba con su padre a caballo. Las personas pudientes de la capital llevaban andas sobre las que los conducían cuatro lacayos. “Algunas veces nos teníamos que bajar de las camionetas porque era muy peligroso”, dice la abuela Lola. “Estaban con unas ruedas en la carretera y las otras a la orilla del barranco que podían irse al precipicio. Se tenían que bajar los pasajeros y pasaba seguido que las camionetas se iban al precipicio. Bajaban a los paralíticos cargados primero”.
Recuerda la abuelita que se subía hasta una cumbre donde había dos piedras que se llamaban los compadres de lo que ya hemos escrito algo en este espacio. Estaban una sobre la otra, unidas por una cosa muy pequeña. “Se supone eran compadres que quedaron petrificados al hacer el sexo. La devoción de uno era llevarles candelas, café y sal para que se alimentaran… Cuando era la primera vez que uno iba lo agarraban a chicotazos y lo hacían a uno bailar junto a los compadre. A mi me chicoteó mi suegra”.
Otro punto interesante del camino era un cerro en el que hacia mucho frío y en cuya cumbre había una Cruz a la cual el romeriota debía subir. Al pie de la Cruz, el romeriota tenía que llevar una piedra cargada y depositarla allí. “Ya allí se sentía uno feliz, comenta la abuelita, porque no había tanto frío como en el cerro y todos decían que habíamos llegado porque se divisaba el Templo. Pero ¡qué esperanzas! Estaba todavía lejos y costaba llegar. Para bajar, lo mismo. El trecho era largo. Al llegar al pueblo primero pasábamos al Calvario donde nos bajábamos del a camioneta”.
Como demostración de fe los romeristas rezaban en todo el trayecto. Había alguien que cantaba, los mismos cánticos que aun se oyen en las romerías de hoy en día y dentro del Templo. “Lo mismo se hacia en el Calvario donde uno se bajaba, comenta la abuelita. Mucha gente que tenia ofrecida penitencias se iba del Calvario de rodillas hasta donde estaba el Cristo. Eso era muy bello. Yo lo vi…”. La abuelita llora y afirma que en aquellos tiempos si había devoción. “partía el alma ver cómo iban de rodillas. Todo mundo daba campo. Eran muchos penitentes de todos los países de América. No entraba nadie al Templo si no rezaban ni cantaban alabados… Allí llevaba uno candelas y veladoras y ofrendas de todo tipo. Al salir de besar al Señor en su Cruz todos iban de espaldas a la calle para no dársela a El. Todavía pasa pero ya no es como antes. El alabado de despedida era tan tierno que uno lloraba. Hoy no se compara a esos tiempos. De esa cuenta es que el Señor esta lleno de gratitudes. A mi me hizo grandes milagros”.
También cuenta ala abuelita que no habían pensiones ni hoteles. “Uno iba a quedarse a un cuarto junto con todos los que llegaban. Se dormía en el suelo, en petates y ponchos. Uno tenia que llevar su fríjol, jarrillas, ocote y se pasaba a un rió y en lo que uno se bañaba se cocía una gallina. Era un viaje verdaderamente familiar…”. Finaliza la abuela comentando que “el regreso era tan lindo que se adornaban las camionetas como aún lo hacen, aunque ya no es lo mismo, y lo pasaban a uno a dejar a su casa. En cada casa se hacían cenas… fiestas… los penitentes a pie eran los más celebrados”. “Yo no se por que, comenta la artista Carmen de León recordando su infancia, las camionetas que venían de Esquipulas a la capital estacionaban frente a mi casa, en el mismo lugar que usaban los gitanos antes para pasar en sus caravanas. Era interesante ver a los romeristas alegres de haber regresado sin novedad de su viaje de visita a esquipulas…”. Pero no todos son buenos recuerdos. El maestro de la plástica Oscar Perén culpa a esas reuniones después de ir a ver al Señor de Esquipulas de su pasado alcoholismo: “Cuando iba uno a esquipulas y regresábamos a mi pueblo en cada casa le daban a uno trago y se hacia fiestas de tal manera que los últimos iban bien bolos. Es una cosa que ya no me gusto del a tradición y por eso me volví de otra religión ya que se fomenta la enfermedad…”.

Mas allá y acá todavía…
Ahora bien, las romerías a Esquipulas y la devoción al Cristo Negro se remontan desde la construcción del Templo sobre lo que en la época Prehispánica fue el lugar sagrado de Chiquimuljá. Se sabe que cuando los fieles de todas las clases sociales iban a caballo, a pie y en carruaje debían tener sumo cuidado al legar al a Villa de Mixco que ni pensaba estar adherida a la metrópoli como ahora. En el lugar que aun se conoce como El manzanillo, moraban muchos forajidos que asaltaban las caravanas y era la primera prueba. El lugar se convirtió en una colonia y aún conserva el nombre como, en recuerdo de los asaltos, cuando a uno se le pierde algo se dice que pareciera uno esta en El manzanillo… ¿Lo ha dicho alguna vez el lector o lectora? Pues el origen del dicho es este lugar.
Rolando cardona comenta que en colonias como Montserrat y Primero de Julio se organizan romerías a Esquipulas en bicicleta llevándole aproximadamente 16 o 17 horas de viaje a los romeristas llegar al Templo y otro tanto regresar, así que se van un viernes y regresan un domingo o lunes. De hecho la famosa Carrera del Zorro de motos antiguas en Guatemala va a dar a Esquipulas. En mis recuerdos de infancia, el viaje era alegre pero no tan incomodo como en época de la abuela Lola. Se iniciaba el paseo en tren desde las estaciones de la capital. La familia subía en La Ermita, por la proximidad a la residencia y al taller del abuelo Fito. Los niños se iban con los más mayores dentro de los que se contaba la tia abuela Margarita, la famosa novia de El Sombrerón (www.ellibrodelavida.galeon.com), don Joaquín, suegro del al hermano del abuelo Fito, don Yemito y doña Tita, padres adoptivos y padrinos del abuelo Fito y doña Chela, amiga intima de mi abuela Lola y madre del compadre Carlos de esta ultima. Todos ellos hacían la delicia del viaje y cintaban cómo era el viaje en sus tiempos así como historias de parecidos y fantasmas. Con don Joaquín, por ejemplo, subimos por primera vez a la famosa Cumbre donde esta la Cruz que menciono la abuela Lola parador arriba y donde ahora hay un Vía Crucis que llega hasta un oratorio y una Virgen que tiene una fuente de agua. El piso estaba adoquinado y ya no mostraba aquellas penalidades. En el oratorio, miles de lacas de agradecimiento y un Ecce homo antiguo aun atestiguan ese maravilloso pasado.
Pero sigamos con lo del viaje. El tren pasaba por uan serie de paisajes que debieran explotarse para bien del turismo. Los ríos, Las cascadas, la vegetación eran esplendidas. Se bajaba uno en Zacapa y el tren seguía a Puerto Barrios. Era un viaje largo y cansado pero hermoso. En cada parada, la gente subía a ofrecer comida, productos, dulces, etc. En Zacapa se tomaba un microbús que llevaba a esquipulas. La estancia era de dos días cuando se viajaba en tren porque en carro o bus se puede ir y venir el mismo día a tal grado que una vez acompañé a mi papá a hacer unas compras en medio día. El regreso siempre era por carretera y siempre el viajante venia con algún recuerdito en el que las imágenes del Cristo y del Templo venían desde las tradicionales de bulto hasta las estampillas así como los sombreritos adornados que dan paso al dicho cuando uno es lleno de cosas que /parecemos sombrerito de esquipulas” (somos muy delicados) y las candelas ya que se compraban en las afueras del Templo, unas para dejar y otras, como ya dijimos, tras pasarlas al pie del Cristo Negro para encender un poquito allí, llevarlas a casa y encenderse en cualquier momento de pena, angustia o aflicción o en honor a Dios y la Virgen y sobretodo al Cristo Negro. Por algo es el más venerado de Centroamérica y su romería es devoción y leyenda…

1 comentario:

  1. Hermosísimo artículo. No conocía al Cristo de Esquipulas, me alegro de haber leido este artículo. Son las cosas que hay qué difundir pues alimenta la fe y la devoción. Gracias por compartir.

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