miércoles, 1 de julio de 2009

Los hijos de la línea: ¿Niños sin futuro?



Es cierto que la prostitución resume la más descarnada forma de violencia contra la mujer, pero es necesario reconocer que ésta se revierte a su vez contra el hombre. Ya sea como usuario habitual, ocasional o compulsivo, el hombre se degrada y humilla al tener que pagar un disfrute sexual solitario. De ahí que estamos ante un hecho social que enajena y confisca la sexualidad de los seres humanos: hombres y mujeres”, afirma la señora María Esther Caballeros en su estudio “Niñas y Adolescentes Prostitutas” (Pág. 41) promovido por UNICEF. Y es con esta reflexión que iniciamos este reportaje ya que… por mucho que nos hagamos los tontos… por mucho que queramos ignorar el problema y nuestra responsabilidad ante el mismo… todos debemos tener conciencia ante el mismo porque la prostitución no es sólo problema de quien ofrece y demanda la misma sino de toda la sociedad que ya no debe hacerse de la vista gorda ante sus causas y efectos, entre estos últimos los hijos de las prostitutas, los cuales necesitan saber de esa conciencia social. Entre ellos, los hijos de la línea de los cuales hoy nos ocupamos.

Los hijos de la línea: ¿Niños sin futuro?
Por César Chupina, periodista
Y Aura Mazariegos, periodista


Doble moral sexual
Se ha puesto alguna vez el lector (a) a pensar ¿por qué se prostituye una mujer…? Para responderlo, acudimos al estudio referido de la señora María Esther Caballeros en el que leemos: “Si bien es cierto, la mayoría de las niñas y mujeres prostituidas, proceden de los sectores marginados, no es la pobreza la que explica su inserción en la prostitución. Dicho de otra manera, no es en las condiciones materiales ni personales de la mujer prostituida que hay que buscar la razón de la existencia de la prostitución. Antes bien, el fenómeno remite a una actividad histórica y organizada, en la que la niña y la mujer constituyen el último eslabón de la cadena de explotación económica y sexual organizada por terceros en su propio beneficio. Los estereotipos sexuales y la contradicción existente en el estereotipo masculino, organizados en la ideología patriarcal son los que generan y reproducen la prostitución. Esta ideología descansa en el supuesto de la superioridad del hombre y la inferioridad de la mujer. Se complementa con la elaboración de patrones, que de manera arbitraria atribuyen a las personas valores diferentes en función de su sexo. Así el hombre es considerado un ser superior, poseedor de valores como la agresividad, la fuerza, la capacidad, la razón, la voluntad de poder y la sexualidad activa. Por el contrario, la mujer es considerada un ser inferior, asociada a valores que indican que es dependiente, débil, dócil, sumisa, incapaz, emotiva y poseedora de una sexualidad pasiva. Pero a pesar de que la razón es uno de los atribuidos al hombre, también se argumenta que éste no puede controlar racionalmente sus deseos sexuales generados por su natural sexualidad activa, motivo por el cual la sociedad tolera y justifica la manifestación de su sexualidad. En el caso de la mujer, sucede lo contrario. Es considerada como un ser emotivo. Sin embargo, la sociedad inhibe la manifestación libre de su sexualidad a efecto de ajustarla a otro de los valores: el que la designa como poseedora de una sexualidad pasiva”. Como no se considera que el hombre pueda controlar su “agresividad sexual” es necesario que exista un grupo de mujeres con el que pueda satisfacer sus instintos. Para proteger a las buenas mujeres (hijas, hermanas, esposas, madres) es imprescindible que exista el grupo de las “malas mujeres”. Surge, así, una doble moral sexual que justifica la existencia de la prostitución, pero estigmatiza y reprime a las mujeres prostituidas. Estas “mujeres de la vida alegre”, “mujeres del mal vivir”, “mujeres públicas”, “encarnación del pecado” aparecen como producto de la demanda masculina. De manera que podemos afirmar que no existe mujer prostituída sin prostituyente. De modo que, lejos de ser un problema individual, éste es un problema de la sociedad, dado que, a pesar de su desprecio hacia la mujer prostituída, aquella la ha creado para su beneficio… es obvio que estas mujeres necesitan apoyo de la sociedad que las abandonó antes, que las tiene abandonadas ahora y que, además, es responsable de la venta de su cuerpo entre proxenetas y usuarios. Es necesario entonces, implementar medidas urgentes con las cuales puedan enfrentar sus necesidades y las consecuencias de la victimización sexual sufrida. Los esfuerzos realizados en este sentido serían incompletos si no se enfrentan las causas que origina la prostitución. Esto conlleva la necesidad de iniciar acciones educativas (formarles y no formales), en las cuales la diferencia entre hombres y mujeres no se traduzca en desigualdad, de manera que, la sexualidad no sea enfocada como pecado para la mujer y placer solitario para el hombre, sino como instancia de comunicación, desarrollo y placer para la pareja humana. Mientras tanto, deberá aplicarse con todo rigor la normatividad jurídica existente, a efecto de penalizar con la ley a aquellas personas que se benefician de la venta del cuerpo de las niñas”.

La línea
Muchas veces las mujeres prostituidas no han llegado ni siquiera a la madurez sexual. Algunas son forzadas a volverse mujeres muy pronto. Muchas se convierte muy niñas en madres o en víctimas del SIDA. Su infancia y adolescencia, de por sí ya truncadas por la pobreza, el machismo y la desintegración familiar, es con ella castrada por completo, creando un fenómeno que abarca todos los sectores urbanos del país. Uno de ellos, La Línea.
La misma es denominada como “La Línea” porque rodea la línea férrea. Se ubica en el sexto de la zona 1, Centro Histórico, entre 8 y 11 calles (colindante a la antigua Aduana y ahora, irónicamente, área de la Polaca Nacional Civil). Al hacernos presentes, percibimos de inmediato lo peculiar del lugar. Las puertas de los cuartos que dan a la calle se encuentran abiertas como se abre la inmoralidad y la inconsciencia social. Son poscuartos de las prostitutas, los cuales son alquilados por ellas. Muchos hombres, de los estratos más bajos y de las fachas más heterogéneas caminan de un lado a otro observando lo que las muchachas ofrecen. La mayoría se la pasa mucho tiempo allí antes de decidirse a hacer la pregunta que hacen todos: ¿Cuánto cobrás?”. Si no les parece, regatean o se van a otro lado hasta que deciden entrar. La puerta se cierra y vuelve a abrirse cuando el cliente sale. La muchacha, después, casi siempre tira un balde de agua después de “lavarse”. Por ello se ven “riitos” de agua entre la tierra. Todo mundo sabe lo que allí ocurre. Ocurre ante los ojos de todos. Hasta de los hijos de las muchachas, los cuales ven ese abrirse y cerrar de puertas constantemente porque son LOS HIJOS DE LA LINEA.

Los hijos de la línea
Como todos sabemos, la pobreza, el machismo, la doble moral sexual, los mitos en torno a la sexualidad que se manejan en nuestra cultura, la falta de estudios por parte de la niñez, la desintegración familiar en los estratos más bajos son ingredientes de esta receta que denominamos Prostitución. Casos como los anteriores se multiplican a cada momento. Existen instituciones preocupadas por velar y atender el problema pero sólo como objeto de investigación y por cuestiones de salud. Son raras las que se han preocupado en el nivel afectivo de las prostitutas. En el caso de la salud, se les ve únicamente como transmisoras de enfermedades sexuales y en el caso de muchas investigaciones se ha hecho mucho énfasis en cuanto a la prostitución infantil y aunque en otros países esto se ha tratado más, en Guatemala ha sido un tema al que nadie quiera entrar a la praxis. La población está muy inmersa y se hace cómplices al no crear fuentes que den la solución o simplemente la exijan a nivel legal engrosando esta problemática las filas de la impunidad.
En 1990 en los meses de febrero y marzo los esposos Williams Mazariegos y Lourdes Saravia de Mazariegos, impulsados por servir pensaron en trabajar con una población que nadie quisiera trabajar. Por la experiencia, que ella había tenido de trabajar en cárceles y él de trabajar en bares con prostitutas, decidieron trabajar en el área del ferrocarril, por ser bastante abandonada, “de hecho fue bastante difícil entrar; la gente es desconfiada. Muchos han llegado a sacarles información ofreciéndoles cosas y eso desde luego las lleva a sentirse defraudadas en cada momento porque ellas esperan”, comenta Williams mazariegos. Agrega Mazariegos que “con el tiempo logramos entrar en el ambiente, fue difícil, empezamos ayudándolas con algunas necesidades como medicinas o alimentación cuando tenían gran necesidad. Al ver que perseveramos porque hay gente que llega dos meses y como es difícil trabajar en un ambiente como ese, se desesperan, al final empezaron a creer en nosotros y cambió la actitud de ellas; en principio nos preguntaba qué nos van a traer. Como a los ocho meses empezaron a tomarnos cariño. Empezamos a ganarnos la confianza y ya la pregunta era, cuando de repente nos ausentábamos: ¿por qué no han venido, nos han hecho falta? Empezamos a interactuar bastante con ellas.

¿Cómo las definen?
“Nosotros no les llamamos prostitutas porque es un calificativo demasiado cruel para una mujer. Demasiado dura. Eso de una vez las margina, les pone una etiqueta. La prostitución no puede ser parte de la naturaleza de una mujer. Es decir, se puede vivir un tiempo en una situación de esas pero no es prostituta de por sí… no nació para ser prostituta, ni va a ser prostituta siempre. Es un ser humano como cualquier otro. Nosotros preferimos quitar el término prostituta y dejar “mujer prostituída” o “mujer en situación de prostitución”.

¿Por qué decidieron trabajar con sus hijos?
“Al meternos al mundo de ellas nos dimos cuenta que algo muy importante para ellas y también para nosotros son los niños. Son su mayor preocupación. Para ellas son su gran tesoro. Es lo único que tiene de ternura y afecto cerca de ellas. A veces sus mismas familias ya están muy lejos o ya han renegado de ellas y ya no las quieren. Todo el mundo las rechaza, entonces lo único para ellas son sus hijos. Notamos en los niños que había problemas del habla. No podían hablar muchos de ellos y ya tenían siete, ocho y nueve años. Nos preocupamos y decidimos llamar a un amigo médico para que fuera a hacerles una evaluación, para verificar que no tenían algún problema fisiológico. El hizo la evaluación y nos dijo que estaban completamente sanos. Por lo menos del habla. Y que lo que ellos necesitaban es otro tipo de cuidado. Ellos han tenido falta de estimulo de parte del trato con adultos y han tenido otro tipo de situaciones de sufrimiento. El médico nos indicó que sería conveniente poner a otra persona que los ayude. Es así como decidimos crear una escuelita e invitamos a una persona que trabajara con nosotros. Para enfrentar el problema del habla no fue necesario tener una terapia especializada del habla sino fue más bien tenerles maestros que compartieran con ellos el estímulo de poder hablar, que los estuviera atendiendo. Con la misma atención bastó para que ellos superaran este tipo de problemas, sólo estimulación a través de lo que son juegos, pintura, pasatiempos, canción, baile, que son actividades juego, lúdicas”.

¿Cómo financian su proyecto?
“Todo lo hemos financiado como familia. Ese ha sido uno de los problemas. Nunca nos ha interesado pedir ayuda de fondos internacionales porque vienen condicionados a trabajar todo lo que es cuestiones de promover preservativos y ese tipo de cosas. No tienen la preocupación directa por la persona, por la familia, por el niño. Decidimos trabajar con ellas respetando su condición, su dignidad y trabajar en un tipo de acompañamiento que nos ha hermanado mucho a ellas. Los preservativos los consiguen en las farmacias, a veces hay gente de Salud Pública que se los llega a regalar por caja, aunque sean vencidos. Personas que estén con ellas, que las acompañen, que corran cuando ellas tienen un enfermo, un muerto eso no lo tienen…. Nosotros decidimos hacer esa parte. Hermanarnos a ellas en todos sus momentos, de alegrías, de tristezas, de crisis, de entusiasmo, de sufrimiento. Ellas descubrieron otra parte de lo que llaman el mundo bueno y que hay personas que realmente las quieren, las toman en cuenta y las aceptan tal y como son. Nunca hemos pretendido obligarlas a hacer un cambio, muchas de ellas están cansadas de la vida que llevan pero no encuentran medios para salir. Entonces no podemos llegar como que somos dueños de idas y personas a querer que sean como nosotros queremos”.

¿Cuál es el futuro de los niños?
“Cuando llegamos a trabajar a la línea del ferrocarril no había niños mayores de 10 años. Los mayores ya se habían ido. Algunos eran niños de la calle. Otros, empezaron a rolar en maras. Con el seguimiento que les hemos dado les tenemos maestros. Desgraciadamente, a veces, no es muy continuo por cuestiones económicas pues no nos alcanza para contratar maestros, comprar materiales y tener todos los servicios. Pero se ha logrado mantener el grupo de niños. Tenemos muchachos de doce, catorce, dieciséis años… Una de las tácticas que utilizamos fue inscribirlos en programas de deportes. Tenemos algunos en judo, uno incluso ganó un torneo interdepartamental de judo. Esto los hace entrar en contacto con otros muchachos, con otra parte de la sociedad que no está en situación de prostitución y les da a ellos otros sueños, otras perspectivas. Antes el futuro de los niños era bastante trágico, porque, incluso, hubo muertos entre maras porque alguno de los hijos de las señoras estaba enrolado. Hace unos cuatro años hubo un caso en el Parque Colón en el que murió un hijo de una señora, pero pudimos darles acompañamiento a sus hermanos. Al mayor lo pusimos en un centro de desintoxicación de drogas, a los otros dos los logramos insertar en una organización que ayuda a niños que tienen demasiado problema de pobreza en sus hogares y uno de ellos es actualmente Presidente Centroamericano de Niños Trabajadores. Ha logrado evolucionar. Ha cambiado su vida. Para nosotros cambiar la vida de un niño es revolucionar y cambiar la vida de sus descendientes más tarde. Es hermoso ver que hay logros”.

¿Han logrado la solidaridad de ellas para el proyecto?
“Ellas son colaboradoras. Son gente muy sensible. Siempre hacen colaboraciones para que se las pasemos a la Teletón. Ellas mismas cobran y ayudan cuando tenemos algunos alimentos para la refacción, pero lamentablemente, hay ciclos en los que ellas mismas no pueden por su situación económica, las deudas que a veces contraen porque los cuartos que pagan son bien caros; valen entre veinticinco y hasta cuarenta quetzales diarios, por un espacio que no tiene ni agua, ni servicio sanitario, es sólo el cuartito”.

¿Crecen los niños en este ambiente?
“Hay un grupo de madres que tienen una mejor perspectiva de vida e, incluso, una mejor situación económica. Pueden rentar un cuarto en otra zona y ellas tratan de mantener alejados a sus hijos del ambiente; pero son bastantes las que tiene a sus allí. Hemos hecho un conteo de todos los niños. Son más de 105 niños los que se mantiene en el sector. Hemos tenido escuela de vacaciones hasta como de ochenta niños y llegan niños como de tres o cuatro años. Bastantes niños viven en el área, en la escuelita mantenemos un promedio de 45 niños”

¡Un tipo de “escuela especial” para ellos?
“Nosotros pensamos que no es oportuno crear una “escuela especial para hijos de mujeres prostituidas” porque es marginar más al grupo. Lo que hacemos es mantenerlos en las escuelas. Hemos trabajado fuerte para que inscriban a sus niños en las escuelas. A veces le ayudamos con las inscripciones y, al principio de año, les damos útiles escolares. Tenemos en nuestro programa niños de todas las edades que van desde dos años a dos años y medio con lo que puede ser estimulación, prelectura o, a veces, juegos o cuidado solamente de los niños. Hay niños que van que ya están terminando la primaria y otros que ya están en grado básico”.

¿No tienen problemas en las escuelas?
“En algunas escuelas nos ha pedido que vayamos a dar charlas a los maestros lo que ha permitido que haya un buen trato para los niños. Al principio si teníamos un problema grave y muchos niños desertaban de la escuela, pues los maestros se encargaban de señalarlos. Cuando un niño decía una mala palabra, que todos las decimos en nuestra niñez, el maestro decía no se preocupen porque ya saben de dónde viene, hijo de quién es. Los niños resultaba llorando y desesperado se retiraban de la escuela. El acercarnos un poco a las escuelas nos ha permitido que entiendan cómo pueden apoyar a estos niños: Es necesario que los niños se sientan en otro tipo de ambiente, en donde tengan la capacidad de relacionarse con otros niños que no son de la misma área”.

¿Cuál es la percepción de estos niños de su entorno familiar?
“Son muy solidarios con su madre. En la mayoría de los casos está ausente el padre. Ellos tienen la percepción de su familia como una que se desintegró. Tienen una percepción que el ambiente no es el más propicio. Ven mucho sufrimiento en sus madres y, entonces, ellos mismos lo quieren evitar; especialmente pasa con las niñas: No quieren quedarse en el mismo ambiente. Los niños buscan ayudar a sus familias. Siempre hay gente que les da la oportunidad de trabajar en horarios fuera de la escuela o aquellos que ya no pudieron seguir estudiando se insertan al mundo del trabajo de una manera tranquila”.

¿Se repite la historia en el caso de las niñas?
“Son casos aislados pero desgraciadamente también existen. Hay un caso de una señora como de 56 años y, cuando le preguntamos por qué llegó dijo: Mi santa madre me trajo a este lugar cuando yo tenía año y medio. Desgraciadamente las hijas de ella también ejercen la prostitución. Son como tres familias que están en eso: Estuvo la mamá; luego, las hijas; luego, las nietas hasta la tercera generación. Pero son los menos. No es común del ambiente, son casos aislados”.

¿Cuál es la perspectiva de los adolescentes?
“Algunos de ellos han visto el sufrimiento de sus mamás. Lo primero que hacen es irse y se insertan en trabajos en los cuales no se necesita mucha calificación o mucha preparación académica y abandonan el área. Casi nunca quieren volver a tener contacto con el área. Algunos de ellos llegan al lugar cuando saben que su mamá está enferma, pero no se pierde la relación. No reniegan de su origen porque si son solidarios en momentos de mucha gravedad. Pero evitan volver a ese ambiente. Pocos son los casos en que los muchachos han caído en problemas de drogas y se mantienen como parásitos en el ambiente y la mamá les da dinero y los ayuda porque son muchachos que no lograron mantenerse en un lugar estable y no pudieron cambiar de vida”.

¿Se da el caso de maltrato infantil por parte de ellas para con sus hijos?
“Nosotros vivimos dos casos bastante aislados. De una señora que culpaba a su hijo de su desgracia porque como quedó esperando tuvo que ocuparse en esto. Lo golpeaba y lo sacaba a la calle y el pobre niño sufría. Al detectar este caso, que han sido unos tres casos en los siete años que tenemos de estar allí, nos acercamos a la señora y se le hizo todo un acompañamiento. A ella, para que logre ubicarse en la realidad, en la situación del niño y, gracias a Dios, las situaciones de maltrato han desaparecido. Hemos visto maltrato en otro tipo de lugares que allí mismo, generalmente el niño no quiere alejarse su mamá porque allí se siente acogido, se siente amado, se siente importante. Desgraciadamente no es la mejor condición para crearse de forma integral. Pero si es una buena medida: les permite no ser sacados a la calle como en los barrios marginales en donde los niños no soportan su vida familiar”.

¿Cuál es la relación que tienen ellas en su período de lactancia?
“Generalmente las que tiene oportunidad que son más jóvenes y que de alguna manera han logrado como tener un cierto ahorro o han logrado el apoyo de un padre que no esté con ellas ni las acompañe está consciente que es su hijo y las ayuda económicamente, ellas se retiran hasta cuatro o cinco meses y amamantan a su hijo natural y tranquilas. Pero en el caso de otras no se pueden retirar y tienen allí a sus bebés. Hemos visto a mujeres que han tenido a sus bebés por cesárea. A los cuatro o seis días de haberlo tenido ya están “ocupándose” pero les dan de mamar. No les niegan ese derecho. Aunque para nosotros es bastante triste ver que, a veces, tienen una cama y sólo ponen una sábana que los separa de donde están ellas ocupándose con el cliente y el bebé. Esto es cuando el niño no puede movilizarse. Pero ya una vez el niño tiene año y medio o dos años lo que hacen es sacarlos a un corredor o a la calle. Hay una preocupación en amamantar a sus hijos, en cuidarlos pero no son las condiciones más favorables para que ellas puedan hacerlo bien”.

La responsabilidad es de todos
“El proyecto lo intentamos mantener con mi esposa – afirma Mazariegos. Las ayudas que hemos recibido son de amigos que nos dicen: Miren, hoy quiero colaborar con unos doscientos quetzales para una celebración del Día del Niño, para los regalos del día de la madre, los regalos de Navidad. O queremos ofrecerles una refacción, son ayudas eventuales en momentos de convivencia, en momentos especiales”.
Sin embargo, la responsabilidad ante este tipo de problemáticas es de la sociedad en su conjunto que margina y aisla a este tipo de población y si queremos ayudar, todos podemos hacerlo. El señor mazariegos concluye que generalmente una mujer que llega a caer en la situación de prostitución, tiene dentro de sí un problema de baja autoestima, un problema de haber sido lastimada. “Ha sido maltratadas física y emocionalmente, nos dice. Y, a veces, abusadas sexualmente en sus hogares. Son personas que no han llevado una vida color de rosa. El mismo hogar, su misma familia, su misma comunidad han abusado de ellas. Andan llevando un tremendo sufrimiento que se convierte en desconfianza y un deseo de protegerse de las personas que se acercan. Por eso se les ve como muy violentas, como serias y, a veces, hasta agresivas. Esto es producto de que han sido demasiado lastimadas y engañadas pero ya conociéndolas a fondo se da uno cuenta de aquellos sentimientos tiernos que llevan adentro”.
Por lo anterior, conscientes del papel que un medio de comunicación debe jugar en la sociedad hemos construido este reportaje en cuyo final exhortamos a quienes nos han leído a volverse más conscientes en torno a esos “hijos de línea” (literalmente: hijos de puta) y sus madres ante las cuales la sociedad ya no debe seguir escondiendo la cabeza como la avestruz”. Ahora opine usted…

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