lunes, 3 de agosto de 2009

Carlos Mérida: Una vida guiada por las musas



Estamos acostumbrados a que las biografías se escriben con pluma, tinta y papel, en el caso más moderno en computadoras como la que uso en estos precisos momentos para construir este texto tal y como lo veremos en el desarrollo de este reportaje.

Carlos Mérida: Una vida guiada por las musas
Por Cesar Chupina, periodista


93 años le concedió Cronos
Empezando nuestras comparaciones mitológicas con las facetas del maestro Carlos Mérida decimos que Cronos, el padre tiempo, le concedió una larga estancia en el mundo. Vivió 93 años. Su vida puede resumirse tal y como lo leemos en el catalogo de la exposición de apertura del Museo Carlos Mérida del Centro Cultural casa Santo Domingo: “Carlos Mérida nació en la ciudad de Guatemala en 1891. En 1907 su familia se trasladó y estableció en Quetzaltenango, donde continúo sus estudios de pintura en la Escuela para Artesanos. Aquí realizó estudios de música pero una lesión en el odio le obligo a dejar sus estudios musicales y dedicarse por completo a la pintura. En 1909 retorno a ola ciudad de Guatemala donde comenzó a frecuentar un grupo de artistas que se reunía, motivado por la discusión de los nuevos movimientos artísticos, Mérida partió a París en el año de 1912. su estancia de tres años fue el enlace definitivo del artista con el arte moderno y la abstracción. Al retornar a Guatemala en 1915, encamino su trabajo hacia la búsqueda de una pintura americana a través del indigenismo. El resultado fue una fusión de los preceptos del arte moderno europeo con imágenes que evidenciaban conciencia de su propio espacio americano y su interés por la cultura indígena que le proporcionaba innegable autenticidad. En 1919 se estableció en México en donde se desarrollo como pintor de ideas independientes no obstante la fuerte presencia ideológica del movimiento muralista. En 1947 realizo en Guatemala una serie de murales, en el Centro Cívico. En 1981 se creo la Comisión Permanente para la Exaltación de la Obra de Carlos Mérida. Falleció en México a los 93 años de edad”. Dentro de los últimos homenajes que le rindiera Guatemala esta la denominación de Plaza Carlos Mérida a la que esta frente al Banco de Guatemala, entidad donde se alzan valiosas obras del maestro y la denominación de Galería Carlos Mérida a la del Centro Cultural casa Santo Domingo, ambos ya mencionados al inicio. En el catalogo de la exposición colectiva de varios maestros en la apertura de la misma, Roberto Díaz Castillo expresaba: “El Museo Galería Carlos Mérida será, permanentemente, punto de confluencia entre el productor de belleza perdurable y su destinatario final. Huelga decir que el nombre de este recinto consagrado a las artes visuales es un homenaje a quien con justicia es considerado, junto a Jaime Sarbartes y Carlos Vslenti, introductor de la pintura moderna en Guatemala. Bajo el signo de lo que Carlos Mérida entraña para el país y el mundo del siglo XX, el museo y galería que se honran con evocarlo, conservaran y presentaran lo mejor, lo mas calificado del quehacer artístico de Guatemala en este campo”.

El inicio
En una edición especial que hiciera el Banco de Guatemala en torno a sus “Murales” aparece un “Autorretrato” del maestro. ¿Qué mejor que saber de su vida y obra que unas líneas escritas por el mismo? Leemos los últimos párrafos de dicho documento histórico en las paginas 5 a 7 de dicha publicación: “Nací en la ciudad de Guatemala en diciembre de 1891. mi niñez paso como la de todos los niños, sin abejorros, libélulas o relojes torcidos que hicieron sombra en mi adolescencia”. Según el libro “Carlos Mérida, precursor del Arte Contemporáneo” del Dr. Luis lujan Muñoz “… su padre era el licenciado en derecho Serapio santiago y su madre, Guadalupe Ortega Barnoya, profesora de educación Primaria; ambos, oriundos del a ciudad de Quetzaltenango y elementos característicos de una clase media en ascenso…”. (Pág. 20)
Lujan en la obra mencionada señala que “la posible primera obra pictórica de Mérida, esta fechada en 1905 y firmada Carlos Santiago M., se trata de un paisaje exótico de un río y un bosque que pudiera ser copia de algún cromo o litografía, quizá de poco valor estéticamente, pero de evidente importancia como obra temprana suya…”. (Pág. 21). Mas adelante el Dr. Lujan en la misma pagina afirma que en 1910 “Carlos Mérida expone su primera obra pictórica en las oficinas del Diario “El Economista”, periódico este que trabajaba Sabartes, quien, por otra parte, parece haber sido el organizador de la decisión”.

En los brazos de Euterpe
Sigamos en la pagina 6 de “Murales” del Banco de Guatemala donde vemos la relación del gran maestro con la Musa de la Música: “Comencé a pintar ya tarde cuando me di cuenta que nunca podría ser un pianista. Estudie la música con alguna profundidad: el piano, la composición, la teoría, tarea que me ha servido mucho andando el tiempo. Mantengo, por el momento, ese amor por el arte de los sonidos que animó mis primeras impresiones infantiles. Oigo, sin parar, música de la mejor calidad, en especial la de piano. Tengo debilidad por el hot jazz. He logrado adquirir una excelente colección de música grabada de este género. Cultivo amistad con Staff Smith, con Lionel y con Duke Ellington y soy un admirador profundo de Luis Amstromg. Me hubiera agradado mucho ser un tocador de trompeta en “El Savoy”.

Su relación con Polimnia
El maestro Carlos Mérida cultivaba la amistad. En su estudio en México tenia fotografías dedicadas a el en compañía de grandes maestros de este arte como Edgard Weston. También tenía dibujos y fotografías autografiados por los grandes maestros de las Artes Plásticas. Se caracterizo por haberse rodeado con grandes artistas, especialmente en la época en que vivió en Paris. Esto nunca lo izo dejar de ser sencillo. Se caracterizaba por su humildad al escribir y hablar con un tono de voz muy suave y tranquilo. En el que sin duda Polimnia, la musa de la Liria y la Elocuencia lo inspiraban.
Se caracterizaba por su amor a Guatemala y, en especial, por Quetzaltenango. La gloria de Carlos Mérida se dio cuando estaba en México. En todas las publicaciones y entrevistas que aparecieron en el mundo ocupa el nombre de Guatemala la primera fila… Algunas veces se le ha querido aparecer como mexicano. Pero el siempre destaco el nombre de nuestra patria, sin dejar de sentir una profunda amistad por el pueblo que lo cobijó.

“La gran lección”
“Mis pintores favoritos, dice el maestro Carlos Mérida en su “Autorretrato”, son Picasso, Kandinski, Klee y Miró. Todos ellos han ejercito alguna influencia en mi pintura. He procurado que esta influencia sea positiva. Admiro al andalusí, por su pujanza y versatilidad; al ruso por su gusto refinado; al suizo por su poética sensibilidad y al otro gran español por su plasticismo. Todos ellos, constituyen para mi, la gran lección”.
“He viajado mucho, porque soy inquieto por naturaleza. Me gusta cambiar de ambiente, como cambiar de vestido de camisa. No soy hombre de un solo sitio. Divagar, experimentar, son cosas para mi demasiado naturales. Me siento siempre bien en todas partes. Quizás esa inquietud me haya servido para mantener a miss años, esa curiosidad juvenil que alimenta mi trabajo. Por ello, a veces, no me asiento en perfecta consonancia con los pintores mexicanos tan estáticos, demasiado tradicionales, un tanto rutinarios. En todo caso me gustan mas los pintores jóvenes que aquellos que fueron de mi generación”.
“Detesto ese arte grandilocuente que fue característica de mis contemporáneos. Abomino la pintura de tesis, el “teatro” en la pintura, el “aparato” en la plástica. El arte algún día lo dije, es hermoso porque es perfectamente inútil; es decir, porque carece de finalidad “a priori”, porque es desinteresado; no puede existir un arte desinteresado mientras la función poética este supeditada a la función utilitaria que lleva en si la pintura de “tesis”, heraldo de arte de mis contemporáneos de México”.

Talía, Melpómene… y Terpsícore
“Por razones de la misma inquietud he abordado todos los géneros de la pintura: he trabajado con todos los medios y todas las técnicas; he practicado el grabado, la fotografía, el arte de la impresión; he diseñado para el teatro y en especial para el Ballet”. Es decir, el mismo reconoce su relación con las musas Talía y Melpómene (del teatro) y Terpsícore (danza).
Volvamos a “Autorretrato”: “Mi amor por la música me hizo aceptar el puesto de director de la escuela de Danza de la Secretaria de Educación Publica; allá hice interesantes experimentos con los bailes indígenas… He hecho obra documental regada en multitud de portafolios sobre motivos de danza y de indumentaria regional mexicana…”. Fue quizás su amor por la danza que lo hizo procrear con su esposa Dalia Gálvez Marroquín a Anna, una del as bailarinas y directoras dancisticas más importantes de Latinoamérica ya fallecidas.

Lo que hizo Clío
Según la mitología griega, Clío inspira a los historiadores a realizar el arte de la historia. Su relación con Mérida fue más allá y lo convirtió en protagonista de la historia. El Dr. Luis lujan en las paginas 43 a 47 de su libro “Carlos Mérida, precursor del arte latinoamericano” hace un interesante análisis de cada una de las etapas de la obra de Mérida. Son estas:
• Etapa formativa: 1905 a 1909
• Influencia de sabartes: 1909 a 1912
• Etapa de sinterización de figuras: 1912 a 1927
• Etapa de realismo sintético: 1927 a 1935
• Etapa de surrealismo onírico: 1935 a 1939
• Etapa de influencia del arte popular e indígena prehispánico: 1939 a 1942
• Etapa de figuras de movilidad musical: 1942 a 1951
• Etapa evolutiva: 1951 a 1970
• Etapa final de síntesis: 1971 a 1984.
Carlos Mérida: “Si me preguntaran cual de las series de pintura que he realizado considero la mejor,. Diría que cada una tiene su adame de virtud; sin embargo, la ejecutada en Oaxaca, en 1936, es la mas formal, la mas lírica, la que he pintado con formas mayas. Creo que en ella esta ya fijo un concepto perseguido por largo tiempo, como es el de establecer el eslabón entre el pasado y el presente… Para algunos críticos, mi pintura no tiene valor alguno; la consideran infantil, absurda, intelectual, vacía; para otros está a la altura de las mejores del mundo. Yo paso por alto tales juicios. Lo que me interesa es el juego y el goce que el trabajo me ofrece. Una vez realizado lo olvido por completo, una función de digestión como decía Picasso. Pero en una u otra forma, el arte que cultivo, si así puede llamarse, me ha proporcionado muchas satisfacciones, el dulce dolor de crear algo y la fortuna inapreciable de hacer amistades donde quiera que pase. Y es que siempre doy lo mejor que tengo, sin reservas de ninguna clase. No olvido nunca que hay que dar para recibir”.
El maestro de la fotografía Ricardo mata nos contaba, hace algunos años, en una entrevista realizada en El Grafico por mi persona, de Carlos Mérida lo siguiente: “Toda la pintura de los últimos años de Mérida es dedicada a pintura de diseño de formas. Sus manos tenían que trabajar mucho. En una ocasión le dije “maestro, deje que le tome las manos”. Tenía un anillo muy especial que siempre usaba. Le dije: “Tome sus pinceles preferidos”… El se sorprendió que quisiera hacer fotos de sus manos y no de su rostro pero cuando le llevé las fotografías se mostró muy agradecido. Para sorpresa mía, en varias publicaciones internacionales que se hicieron aparecía la fotografía de sus manos…”.

Cardoza y Aragón, la opinión más autorizada
En 1974, el insigne Luis Cardoza y Aragón, el critico de arte mas importante de Guatemala expresaba: “Y lo suyo mas que suyo es su pintura, tan actual como anacrónica, moderna y tradicional. Su léxico visual, por su diferenciación. Llega a dominios amplios, a públicos amplios. Conoce sus límites y esto contribuye a la eficacia de sus variaciones sobre el mismo tema. Lo prefiero en pequeño formato, en cuadros, acuarelas, apuntes. La nueva arquitectura exige un muralismo nuevo. La obra mural más importante de Mérida no la conozco: fue realizada en Guatemala en 1956. Cuando veo lo que hizo en México y estudio sus maquetas para murales, pienso que al pasar a los muros amengua su seducción decorativa. Me repugna la información estrecha de un arte nacional y de un mensaje a priori. En la raíz de lo humano surge la poesía. Y es por lo elemental, prístino y directo. Que lo precolombino encanta en cualquier parte. Como las artes negras o las polinesias. Es ocioso exigir a Carlos Mérida una interpretación profunda y trascendente de la realidad, extraña a su temperamento y a su vida interior. Su inquietud nunca ha sido dramática, y menos trágica. Se afirmó en un purismo que lo distingue, le limita y define. No abrió una ventana hacia un horizonte, sino a un jardín trazado (regla y compás) nítido y pequeño, lítico y entrañable. Persevero en una obra que al verla reunida en conjunto demuestra seguridad y cohesión. Emociona su tranquila, reposante y accesible presencia. Es un tono menor en el cual sentimos, sin embargo, algo de la certidumbre de un pasado, sobre todo en las trasposiciones abstractas. En lo regido por ritmos geométricos cautiva la sensibilidad de su labor raigal. La pintura de Mérida se ve (se oye, debo decir) por su musicalidad, Portu timbre, cualidades indispensables y básicas de su significación. La originalidad arranca de fuentes precolombinas y de fuertes cuitas y populares de hoy: su origen mismo cantado con un lenguaje propio., rico en modulaciones o en acordes de colores planos. La obra mas reciente, en la que ha vuelto a una geométrica figuración recreativa de temas guatemaltecos, tiene el acabado de un virtuosos, la riqueza de una sensibilidad a finada para el ritmo y el color, como una mise en page perfecta y un oficio que constituyen una lección. Técnicas y materiales diversos los aprovecha con sabiduría, y algo básico y muy valioso para mí: con su personalidad. Su pintura sobre pergamino, madera, papel de amatl, petroplasticos, es de una calidad de orfebrería. . ¿Por qué no ver aun hoy el sectarismo y la necedad de tales exigencias? A pesar de la incomprensión de muchos años, prosigue su camino. Un camino legitimo y valido como cualquier otro si conduce, como el de Carlos Mérida, a una revelación de los suyo y de las raíces que lo nutren. Nunca olvido esta naturaleza de su obra. Su pana luz, distinta y categórica, siempre la he visto entre las llamaradas. Es un grano de especie que da un agudo sabor, delicado y tenaz, no se sabe en donde está, pero hay algo más importante, se advierte que está, y que es nuestro”.

Con Erato
Erato es la musa de las letras. Esta también le dio atributos a Carlos Mérida. Continuemos leyendo su “autorretrato”: “También me aventuré a tratar la densa poesía de nuestro libro sagrado “El Popol Vuh”, en un portafolio realizado fotográficamente de la manera mas libre a la que pude llegar. He escrito, sin ser un escritor… innumerables paginas sobre temas diversos, algunas de ellas tomaron ya la forma de libros”.
Es precisamente la influencia de Erato la que hace que el maestro se autodefina de la siguiente manera: “Siempre me guiota especular con algo. A veces llego a creer que yo no soy, en el recto sentido del vocablo, lo que se llama un pintor. Tal vez siempre un “diletante cultivado”.

Urania
Urania es la musa de la Astronomía. Por supuesto que Carlos Mérida no fue astrónomo, pero sin duda esta musa lo coloca en el cielo, como una especial estrella. Víctor Martinez, director de la Galería de Arte Contemporánea Sol del Río, en una entrevista realizada a su persona en 1991 para Diario El Grafico de Guatemala expresaba sobre el maestro lo siguiente: “Una de sus grandes cualidades a través de su larga experiencia pictórica es que trato y con éxito de ser el mismo. Su lenguaje fue siempre directo y sin rodeos. Belleza y perfección. Balance y armonía rítmica, colores limpios, eran características de la obra de este prolífico maestro. En su obra encontramos a un hombre profundamente comprometido con expresar y dar validez a las raíces precolombinas mayas y aztecas. Y allá, en lo más profundo de su personalidad y espíritu creador ha quedado vivo el patrimonio de nuestros antepasados. Y esto lo expresa en un lenguaje clásico de validez universal tal y como lo vemos en “La Casa Dorada”, mixografia sobre papel y hecho a mano, la mayor obra de arte jamás impresa en una sola pieza y que hemos tenido en mi galería para deleito del publico…”.
El maestro Mérida falleció el 21 de diciembre de 1984. Pero ¿realmente murió como aparentemente sucedió con algunos de sus murales en México en el último terremoto? Nos atreveríamos a decir que. la razón para la formación nos la da Roberto cabrera en su comentario “Carlos Mérida en la Plástica Guatemalteca” que aparece en el catalogo de la exposición homenaje que se hiciera con motivo de cumplir el personaje que hoy nos ocupa 80 años: “… Carlos Mérida ha hecho florecer plenamente las facultades creadoras de América, al entrar en físico contacto con la materia elemental de nuestras tierras. Creación que desata ruidos en la historia e interpreta un quehacer humano que vivifica la realidad del mundo hispano por medio de un arte al que debemos mucho los continuadores de su labor genuina”. Razón tendría Urania de tenerlo en un lugar del infinito…

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