lunes, 19 de octubre de 2009

Mozart, héroe perdido en la fosa común



Recuerdo aun cuando Europa celebraba todo 1991 como el Bicentenario de la muerte de Juan Crisóstomo Wolfang Teófilo Amadeus Mozart, festividad cuyos ecos lejanos llegaron a nuestro país. Y al decir que toda Europa lo celebraba no mentimos porque en su época Mozart hizo suyas muchas de las principales ciudades del viejo continente. Lo cierto es que fue entonces, en el Bicentenario, cuando empecé a acercarme mas a fondo a tan insigne personaje cuya música me subyuga como sin duda subyuga a quien lee este reportaje.

Mozart, héroe perdido en la fosa común
Por César Chupina, periodista

Como todos, gracias por su música pensaba que la vida de Mozart fue tan serena como su creación. No fue así. La vida de Mozart estuvo llena de miseria y dolor… Hasta su entierro… fue sepultado en la fosa común y no se sabe donde están sus restos. Además, el misterio casi
nunca lo abandono. Empezando por el significado de su nombre…

Lobo Amado de Dios
Juan Crisóstomo Wolfang Teófilo Amadeus Mozart es el nombre completo del personaje que hoy n os ocupa. Nombre largo y raro. ¿Verdad? Nos hubiese dado lo mismo si no es que Carmen de León, cuando era bibliotecaria del Conservatorio Nacional de Música explico lo que
significaba: ¡Lobo Amado de Dios!
Este genio musical nació en Salzburgo a las 20:00 horas del domingo 27 de enero de 1756, hijo de Leopold Mozart y Anna Maria Perti. Se dice que su padre sacrifico su infancia al dedicarse al cultivo de sus enormes facultades, por lo que a los ocho años ya había escrito su primera sinfonía y mucho antes dado conciertos de clavecín. Debuto en Munich a los seis años. A los 20 ya había recorrido toda Europa y se había ganado el aplauso universal. Por supuesto que si juzgamos al padre de Mozart con la mentalidad paternalista del presente, lo condenamos. Pero si vemos a Leopold desde el punto de vista musical y de cómo un niño prodigio no es coman a los demás, el veredicto se suaviza. De hecho, Leopold era un excelente violinista que, al nacer nuestro personaje, ocupabas en la corte del príncipe arzobispo de Segismundo el puesto de compositor y
vicemaestro de capillo. Quería convertir a sus dos hijos en músicos de categoría. Quizá lo condenable en torno al padre de Mozart sea nada más el aspecto de explotación. Pero Wolfang nació predestinado. Más de una secta iniciática se atribuye su instrucción. Hay quienes dicen que
hasta fue envenenado por los francmasones debido a que revelo sus secretos en sus sinfonías. Y hay quienes aseguran no murió. En lo que casi todos los especialistas están de acuerdo es que puede considerarse el “Cristo de la Música”, es decir, un “Amado de Dios” (en la Música) tal y como su nombre lo indica.

Resumen de su obra
Cuando tratamos la biografía de un músico es muy aburrido detenernos en el inventario de sus obras. Así que para no cansarnos, resumimos su producción de la siguiente manera:

• 41 sinfonías.
• 15 misas.
• 21 obras religiosas para canto y orquesta.
• 5 cantatas y oratorios.
• 21 operas.
• 47 obras entre arias, dúos, tercetos y cuartetos.
• 51 cantos para piano.
• 31 serenatas y divertimentos.
• 20 conciertos.
• 9 quintetos de cuerda.
• 28 conciertos para piano con orquesta.
• 11 quintetos, cuartetos y tríos con piano.
• 43 sonatas para violín y piano.
• 15 sonatas para órgano.
• 18 obras más para piano y otras obras.
En total, pasan de 500. En este sentido el genio de Mozart es comparable en Música al de Lope de Vega en Literatura del cual se sabe escribió mas de 700 obras en el Siglo de Oro español.

Algunas de ellas al azar
Comento solo algunas tomadas al azar. Aunque esto sea estéril porque Mozart es el más popular de todos. Hasta el menos versado en Música ha escuchado si no un original por lo menos uno de los tantos arreglos modernos que abundan de sus obras, las cuales las oímos en comerciales de TV, incluso.

DON JUAN, su obra maestra en el campo teatral, es una palpable demostración de la maravillosa flexibilidad del genio de Mozart, pasando de paginas de una inspirada ingenuidad u de una transparencia cristalina a escenas dramáticos con verdadera fuerza.

LA FLAUTA MAGIA, con libreto en alemán, es considerada la primera opera verdaderamente nacional del teatro alemán,. Aunque ya muy enfermo, Mozart tuvo la suficiente energía para escribir esta partitura, digna de nuestra admiración. La Obertura (todas sus oberturas alcanzaron extraordinaria belleza) ofrece la originalidad de ser construida sobre un solo tema, en lugar de los dos habituales en todas las de su época.
En el campo sinfónico, Mozart fue de una fecundidad sorprendente. Las más hermosas son la número 29 en mi bemol, la 40 en sol mayor y la 41 en do mayor.

Entre las obras cumbre de la Música religiosa ocupa lugar preferente EL RÉQUIEM, misa fúnebre mundialmente reconocida como “El canto del cisne” que es de las más inspiradas y mejor construidas de todos los tiempos. La grandeza de expresión con que la Música se adapta al
magnifico texto, la sencilla y original instrumentación, el tono serio y concentrado de su forma nos hacen penetrar en el alma el contraste entre el horror de la muerte y la esperanza gloriosa del “más allá”. Sentimos en ella el sobrecogimiento del Juicio Final, con una expresión que a veces nos impresiona con el sentido de lo sobrenatural.
El RÉQUIEM quedo incompleto. Le fue encargado por un desconocido cuya figura misteriosa impresiono profundamente al músico que en su lecho de muerte (murió en Viena en 1791) sostenía que era un ser sobrenatural, el cual después fue interpretando como el que le anuncio
su propio final. Esto no nos sorprende porque no es ajeno a las “modas espirituales” de su época, en la que se creía mucho en lo sobrenatural… la tuberculosis atacaba por doquier e inspira anécdotas como esta o la de Chopín quien ante un esqueleto, que supuestamente se movió, escribió la Marcha fúnebre en un arranque de furia.

La tormenta detrás de las partituras
La Música de Mozart, repito, puede llevarnos a pensar que su vida fue tan serena como sus creaciones. No fue así. Su vida estuvo llena de miseria y dolor. Desde la más extremada necesidad, su infancia truncada hasta su frágil constitución (ojo, volvemos a lo de la moda) que le arrastró precozmente a la tumba. Todo fue sinsabores. Hasta su entierro. Entró solo al cementerio y fue depositado en la fosa común mientras nevaba copiosamente perdiéndose en el anonimato.
Con Mozart pasa lo que pasa con la mayoría de los grandes: Vivió poco y su genio pasó por desapercibido en su época. Pero cual Cristo ascendió a la gloria tras el sufrimiento terreno. Así, hasta el cine, inspirado en su majestuosidad, produjo la cinta “Amadeus” donde su creador postula que el músico fue envenenado por su colega Sallieri.
Otros afirman que su muerte fue provocada por una sirvienta mandada por los masones, secta a la que perteneció; quienes, tras desobedecerlos y burlarse de ellos, decidieron, como siempre,
ajusticiarlo. Lo cierto es que, verdades o no, hay matices de los grandes que la historia no puede comprobar. Sean como sean, en ningún momento opacan la grandeza de los mismos. Al contrario, le dan categoría heroica que de una u otra forma se supieron ganar. Lo admirable de mozart es que no se resintió ante la sociedad que lo trato mal como ocurre con tanto débil envidioso y mediocre. Le devolvió golpes con grandeza. ¡Sinsabores con música inmortal!

Las mujeres en su vida
Wolfang Amadeus era el séptimo hijo del matrimonio conformado por Leopold y Ana Maria Perit. De sus seis hermanos, solo sobrevivió Maria Anna, cinco años mayor que el; llamándoseles a ambos familiarmente Wolferl y Nammerl. Inicialmente, Leopold se concentro en la formación
del talento de su hija pero al ver que Wolfang tenia un talento superior se dedico por completo a él.
De hecho, tres fueron las mujeres fundamentales en la vida de Mozart. Su hermana, la cual estimulo su talento ya que mientras recibia clases ella del padre, Mozart de bebe, bajo el piano, ponia especial atención y fue precisamente en el libro den toas de Maria Anna donde Leopold
encontro escritas con caligrafía infantil y llenas de borrones de tienta pero perfectamente desarrolladas, las primeras compssiciones de su hijo. La otra mujer importante en la vida de Mozart es, obviamente, Ana Maria Perit, la madre. Ya en plena madurez, ella le acompaño en uno de sus viajes a París, ciudad que lo bahía acogido muy bien a los 15 años. Pero esta vez fue todo un fracaso. Cuando decidió marcharse de Paris, la señora enfermo y murió el 2 de junio de 1778, vivencia que influyó profundamente en su psiquis.
La tercera mujer aparece precisamente cuando Wolfang decide romper son su pasado y marcha a Viena donde da lecciones, compone sin descanso y obtiene un buen trabajo. Exitoso regreso a casa donde lo esperaba Aloisya Weber, muchacha de la que se había enamorado fugazmente en uno de sus viajes. Pero esta se mostró fría, lo cual dio igual a nuestro personaje y a la madre de Aloisya quien decidió despertar el interés de Mozart por su hija menor, Constante de catorce años, lo cual no fue difícil. Según el tomo 3 de las Grandes Biografías de Editorial Océano (Pág. 394): “Wolfang no pudo ni quiso resistir a la dulce presión y se sometió a la muchacha que era muy bonita, infantil alegre y cariñosa aunque no iba a ser la esposa ideal ya que tenia menos sentido practico que el; todo le resultaba un juego y no podía ni remotamente compartir el universo espiritual de su marido, enmascarado tras las bromas y las risas. Aún así, Mozart se considero el hombre más afortunado del mundo el día de su boda, celebrada el 4 de agosto de 1782 y continuó creyendo que lo era durante los nueve años siguientes, hasta su muerte”.

Romance a la Mozart
Seguimos leyendo el libro mencionado (Pág. 395 396): “El matrimonio se instalo en Viene en un lujoso piso céntrico que se lleno pronto de alegría desbordante, fiestas hasta el amanecer, bailes, Música y niños. Era un ambiente enloquecido, anárquico y despreocupado, muy a gusto de Mozart que, en medio de aquel caos, pudo desarrollar su enorme impulso creador. La única sombra de estos años fue la poca salud de su mujer, debilitada con cada embarazo, en los nueve años de su matrimonio dio a luz siete hijos, de los que solo sobrevivieron
dos…”.
La fortuna le dio luego la espalda. “En la casa de los Mozart se instaló pronto la mala suerte. El dinero faltaba. Constante cayó gravemente enferma, los encargos escasearon y el desprecio de los vieneses se redoblo. Mozart se enfrento a la amenaza de la miseria sin saber como detenerla. El matrimonio cambio de casa diversas veces buscando siempre un alojamiento mas barato. Sus amigos le prestaron al principio con gesto generoso sumas suficientes para pagar al carnicero y al medico, pero al darse cuenta de que el desafortunado músico no iba a poder devolverles lo prestado, desaparecieron uno tras otro. Los largos inviernos de Viena son inclementes y si la pareja seguía bailando en salas de dimensiones cada vez más reducida no era por festiva alegría sino para que circulase la sangre por sus heladas piernas. Constante estaba a las puertas de la muerte y Mozart tuvo que enviarla, pese a sus deudas, a un sanatorio. Era la primera vez que los esposos se separaban y el compositor sufrió enormemente; nunca dejo de escribirle cada día apasionadas cartas, como si su amor continuare tan vivo como el día de la boda… La ciudad de Praga, enamorada del maestro, le suplico que permaneciera allí, pero Wolfang rechazó la atractiva oferta, que seguramente hubiera mejorada su posición, para estar mas cerca de su esposa. Al fin y al cabo, Viene le atraía como el fuego a la mariposa que ha de quemarse en él…”.

El ángel de la muerte
En Viena mejoró la situación un poco. Pero Mozart empezó a padecer fuertes dolores de cabeza, fiebres y extraños temblores. El misterioso desconocido del día que ya hemos escrito llamo a su puerta para encargarle un réquiem.
Usando un poco de imaginación podemos recrear este apasionante momento de la Historia de la Música: Mozart abre la puerta de la humilde morada. Como tose agacha la cabeza mientras la puerta se abre, razón por la cual solo ve los zapatos del extraño personaje. Cuando alza la vista siente que conoce esa extraña figura y corresponde al estereotipo que en el Romanticimismo tenían de la muerte. Trata de buscarle los ojos pero no lo identifica. El sombrero negro le cubre
casi toda la cara.
Wolfang siente un frío interior. Sabe que no es la fiebre. Es un escalofrió que solo inspiran los seres del mas allá. Wolfang se dice a si mismo que es un anuncio. Algo que predice que su vida toca a su fin.
¿Puedo pasar?
Si.
Wolfang mientras le cedía el paso se preguntaba por que le pedía
permiso si de todos modos la muerte no avisa. La puerta se cerró a sus
espaldas. Iba a reclamarle y a decirle que sabía que era, que lo había
reconocido cuando el individuo se voltea y le ofrece con el gesto una
cantidad de dinero.
Vengo de parte del conde Franz von Walsegg.
Wolfang veía el dinero. Por eso ni siquiera preguntó el nombre del patrón del extraño personaje. Los guantes. La capa. El luto. Todo corresponde al ángel de la muerte.
En toda esta vorágine de ideas y sentimientos, Wolfang logra percibir el rostro del extraño. Sus facciones son demasiado severas para ser reales.
El conde desea que usted escribas un Réquiem y aquí esta el adelanto de la paga.
Para nada le gustaba el encargo. Pero debía aceptar. Por las deudas. Tomó el dinero. Lo necesitaba para su amada Constante y sus hijos.
El conde lo admira y sabe que usted es perfecto para escribirlo.

¿Alguna objeción señor Mozart?
No.
Tome el dinero entonces.
Ehhh…
Wolfang no pudo decir más. Un escalofrío no lo dejo.
Tiene poco tiempo para hacerlo, lo sabe. Dijo el extraño saliendo de la casa. Así que estaré insistiendo.
Cerró la puerta. Wolfang abrió pero ya no había nadie. El extraño había desaparecido.
Según las Grandes Biografías de Editorial Océano ya mencionada, (Pág. 396): “Con muchas interrupciones y con el emisario apremiando a su puerta, Mozart escribió lentamente la angustiosa partitura, convertida en su postrera obsesión. Nunca terminara el Réquiem, aunque hasta escalar su último suspiro dicto con labios trémulos las notas de la trompeta del Juicio Final a su fiel amigo Emmanuele Schikaneder. Según el certificado medico, murió de fiebre reumática. Se le enterró en una fosa común en un día tan tormentoso que los escasos acompañantes se
dispensaron antes de llegar al cementerio…”.

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