

Su complexión delgada, su parecido en sus últimos años con Don Quijote de La Mancha, su notable sencillez, su blanca cabellera alborotada y su amplia colección de chalecos típicos son tan sólo algunos elementos por los que Efraín Recinos no pasaba inadvertido. Lily Palomo Jáuregui, quien fue asistente de él por varios años en su taller lo denominaba “el duendecito del Teatro Nacional”, su obra más sobresaliente en la que muchos aseguraban tenía su casa de habitación.
Un duendecito llamado Efraín Recinos
Por César Chupina, periodista
El Maestro Efraín Recinos falleció el dos de Octubre del año 2011, internado desde un día antes en el hospital "Hermano Pedro" de la capital guatemalteca tras sufrir de problemas gastrointestinales, según los médicos respondía bien a los medicamentos y habían descartado una cirugía mayor, a las 5:30 de la madrugada sufre de un paro cardíaco, dejando de existir a sus 83 años de edad.
De su soledad y los advenedizos

Y no dejaron los oportunistas en hacerse publicidad a sus costillas. Muchos utilizando Faceboock subieron fotos suyas. Incluso crearon un perfil, como sucedió con Zipacná de León. Pero quienes realmente le conocimos sabemos que, pese a su popularidad, era alguien de “pocos amigos”. Incluso, yo, me quedaré por siempre con la duda si era un místico y pertenecía alguna entidad como la Rosacruz o la Masonería porque se comportaba como tal. Su cosecha era siempre dar sin esperar nada cambio. Como todo ser evolucionado que sabe que lo importante sale del corazón del hombre.
Al orinar en el baño
Y siempre me quedaba con la misma sensación: Este señor es inmortal, lo cual se agravaba con comentarios de amigos, conocidos o entrevistados que lo veían entrar y salir del baño, el cual está frente a las cabinas del Radio Faro, en el sótano del Teatro Nacional (he allí la razón de tanta coincidencia)… unos decían y él quién es… otros, él es el señor Recinos… otros: mirá cómo está de potente, no parece la edad que tiene… Otros, es raro pero los genios son siempre raros… y siempre todos hacían la misma pregunta: Vos y él dónde vive… es cierto que vive aquí en el Teatro. Me reía porque todos pensaban lo mismo. No, hombre, era siempre la misma respuesta, es como su casa pero él tiene la suya. Lo que pasa es que casi que vive en su oficina. Obviamente, es el alma de este lugar desde que fue creado… Y esa sensación me quedó cuando me puse a observar el monumento que en su honor pusieron en la entrada de la Gran Sala que lleva su nombre, parte de uno de los lugares donde medito y reflexiono al ponerme en contacto con las profundidades de mi alma: Esta imagen tiene el color de tierra, me dije, porque es lo que quedará cuando “el maistro” sea llamado por el Padre a su lugar de origen… recordándonos que en el paso por esta tierra venimos a construir, a ser albañiles (masones), del Gran Arquitecto…
Días después tuve un sueño que al ver desde las gradas de la entrada a la Gran sala su monumento, el de Asturias y el féretro alejarse en medio de la multitud recordé como un presagio de aquella realidad que en “El Libro de la Vida” bien podría titularse EFRAIN RECINOS…. Y no me contagió la tristeza, al contrario, sonreí. Me dio alegría porque en esta época de temblores en las que hasta me he despedido de todos por si me muero, Recinos lo lograba sin mayor esfuerzo: Decirle a la Vida “nada me debes… estamos en paz”. Qué lección tan hermosa para llenar los vacíos de cualquier alma…
El “maistro”
Loco como Don Quijote
Durante su adolescencia solía hacer retratos de jovencitas de las que estuvo enamorado; entre ellas, su futura esposa, Elsa. También asistió a clases de escultura y pintura en la Escuela Nacional de Artes Plásticas.
El deporte también fue una de sus pasiones, pues asistió a los Juegos Panamericanos en 1951 junto a Mateo Flores, en la rama de atletismo. Aunque aseguraba que no tenía condiciones físicas para el deporte, sí tenía el ímpetu y las ganas de representar a Guatemala. De esa cuenta, su equipo obtuvo ese año el quinto lugar en la categoría general.
Su Opus Magna
Estos edificios se vinculan por el Oriente con la Ciudad Olímpica y en el poniente por la colina de San José en la que sorprende por su belleza arquitectónica del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. Nadie duda que su éste es la opus magna en diseño y construcción de uno de los genios más grandes de nuestro tiempo, el maestro Efraín Recinos.
¿Cuántas cosas no se han dicho de vida, obra y talento? Pero nosotros para acercarnos a eso que los conocedores han dado en llamar “el estilo de Efraín Recinos” acudimos al experto en artes visuales, maestro Juan B. Juárez quien en tres entregas en el Suplemento Cultural de Diario La Hora de los primeros sábados del mes de mayo nos acerca a los mismos en su artículo “El Estilo de Efraín Recinos”.
Su único tema
“Para ser más rigurosos -y más fieles al sentido de la obra y al "estilo" del artista- habría que decir que su obra no aborda ese tema sino que literalmente se levanta sobre él, que la serie de estímulos que provocan su respuesta a ese tema complejo y ambicioso no están en el exterior del artista sino que constituyen propiamente su sensibilidad (su percepción del mundo y lo que lo preocupa del mundo), conectada a un vasto campo de posibilidades imaginativas, conceptuales, formales, materiales y técnicas heredadas de la cultura y la tradición entre las cuales el artista decide "la respuesta" expresiva y vital más pertinente en relación al momento y a necesidades puntuales, que pueden ser la función en el caso de la arquitectura o una concepción más o menos difusa de la "conciencia del espectador" en el caso de la pintura y la escultura”.
Juan Juárez en cuanto al Teatro Nacional afirma que “es una vasta construcción alegórica de la unidad de la cultura guatemalteca, situada entre volcanes, bajo el cielo azul, mecida por los vientos y los mares, elevada a nivel de templo, resguardada tras los límites amurallados de un viejo fuerte militar y protegida por míticos guerreros. En el mural de la Biblioteca Nacional aparecen, en cambio, las amenazas a esa cultura: la división de clases, la guerra, la opresión, etc., temas, respuestas y soluciones formales y conceptuales que, bajo otras necesidades expresivas, se desarrollan también en su pintura y su escultura. Y son precisamente esas otras necesidades expresivas, muy puntuales en cada caso, las que determinan la estilización formal de toda la obra de este polifacético artista. Sea la forma del Teatro Nacional la manifestación sensible de la vitalidad de la Cultura Guatemalteca, que aparece también en su pintura metaforizada como una mujer sensual y apetecible, o alegorizada más gráficamente en "La Guatemalita", rodeada de otros elementos formales que se estructuran en torno a ella, no se trata en ningún caso de formas fijas e inamovibles sino que son formas y figuras que reaccionan a las presiones externas y toman la forma, se estilizan y la actitud de una marimba, una prostituta, de un soldado, etc., siempre con algo de extraño (o de extraterrestre, como dice José Toledo) que adapta su forma más que al espacio a la atmósfera que define el contenido de cada obra”.
Lo académico
Al concluir su educación media ingresó a la Facultad de Ingeniería de Universidad de San Carlos de Guatemala –en esa época no había Facultad de Arquitectura –. En el año de 1953 se destacó como mejor alumno. Un año más tarde, concursó en un certamen, donde presentó una perspectiva de una vivienda en la cual utilizó técnicas de paisajismo aprendidas en la infancia, el premio lo llevó a ser parte de la Dirección de Obras Públicas, entidad del gobierno a cargo de la construcción de la infraestructura en el país.
Así inició una carrera como dibujante de presentación arquitectónica, en la cual les hacía las presentaciones a los arquitectos Montes, Pelayo Llarena, Haeussler. En este período involucró a sus propios personajes, que poco a poco se convirtieron en protagonistas de sus creaciones y hoy forman parte de la figuración que lo caracteriza.
En 1956, ganó el examen privado de la carrera de Ingeniería con una Especialización en Estructuras, con lo cual pasó a ser Jefe de la Sección de Diseño en Obras Públicas. Por las noches y fines de semana pintaba y empezó sumergirse en la escultura. En 1968, por espacio de casi un año, fue a estudiar cerámica, mosaico y vidrio soplado al Instituto Politécnico de Leicester, Inglaterra. En este tiempo nace su (única) hija, Lorena. Tiene 2 nietos Alejandro Enrique y Javier Alejandro.
Los premios
En 1962, ganó el primer premio del Certamen Nacional Carlos Valenti, con su cuadro “La Huella de mis antepasados” y, a partir de ese momento, lo empezaron a tomar en cuenta y es así como comenzó a ganar un espacio grande en el mundo del arte. En 1963, con su obra “La Noche de los Mayas”, logra afianzarse entre los artistas jóvenes de la época. En 1964, los organizadores del conocido Certamen Juannio, que apoya obras del Instituto Neurológico de Guatemala, llegaron a su estudio y le invitaron a participar en la subasta. Él no creía que los cuadros que tenía embodegados pudieran servir, pero ellos se llevaron dos y fueron recibidos con gran beneplácito. De hecho, la obra de Recinos es de las que prestigió dicho Certamen dentro del calendario de actividades culturales de nuestro país.
Después de recibir múltiples y muy variados reconocimientos, doctorados, grandes reconocimientos nacionales e internacionales, se creó la Fundación Efraín Recinos la cual sin duda perpetuará su memoria…
Maestro de maestros
El Maestro Recinos pasó a la historia como ejemplo de rompimiento de paradigmas, su calidad artística y sus grandes obras arquitectónicas, pictóricas, esculturales y muralistas, han demostrado que la innovación debe ser piedra angular del desarrollo, de tal cuenta que la Fundación dedica importantes esfuerzos en el apoyo a la Investigación y el Desarrollo de técnicas, procesos y actividades que permitan, desde el punto de vista innovación, mejorar la calidad de vida de los guatemaltecos.
La imaginación creadora de Efraín Recinos le ha hecho ubicarse en la historia con un estilo único que se expresa en todos los campos de las Artes Plásticas y en la Arquitectura. Incluso, cuando realiza elementos escenográficos le pone su toque especial. Como la Arquitectura es el Arte que permite crear en espacios grandes obras inmensas como es el caso del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias es en ésta donde más se aprecia la capacidad creadora del maestro Efraín Recinos.
Lo importante es que su genio permitió la construcción de un modelo original, único en todo el mundo atendiendo también los sueños del maestro de cobijar dentro de dicha Arquitectura a un verdadero Centro Cultural para nuestro país en el que se combinaran todas las expresiones artísticas y comunicacionales; se promovieran, crearan, expandieran y enseñaran las mismas. Esto culminó con el cobijamiento en el Centro Cultural de Radio Faro Cultural y me lo dijo a mi y a mis alumnos de Teatro (la primera promoción) en una de las visitas que programa en mi Centro Cultural El Epidauro. De allí que el nombre de Miguel Ángel Asturias sea la coronación simbólica de la entidad que nos identifica ante el concierto de naciones con el estilo de Efraín Recinos, el cual combina elementos propios de nuestra identidad, su mítica y mística en un diseño que reúne elementos que tienen raíces en nuestra cultura ancestral, unidos de forma genial a las cosas modernas del guatemalteco.
Como un gran abuelo

Veo una de las libreras de mi casa, la que mande a hacer especialmente para una obra sobre Historia del Arte en varios tomos que me costo carisima. Se que alli no encontrare nada sobre el tema pero me hace recordar al Duendecito porque ambos eramos clientes de la misma Casa Editorial y compramos en Guatemala, las primeras dos enciclopedias que solo gente especial, o chiflada, pienso yo, iban a comprar. Si, se necesita estar chiflado para meterse a este tipo de deudas estupidas. Pero ambos lo hicimos. Yo para leer de vez en cuando y el gran abuelo para compartirla con su hija... y es que para ser Duendecito se necesita estar algo Lucas. Una muestra de ellos fue el que en vida se llamaba EFRAIN RECINOS...
NOTA. Con excepcion de la que esta bajo el subtitulo EL MAISTRO, las fotos de interiores corresponden a la celebración de los 61 años de Radio Faro Cultural en la que se le entregó el galardón Libro de Oro al maestro Recinos, siendo el último homenaje que recibiera. También se incluyen fotos de su velatorio en la sala del Centro Cultural miguel Ángel Asturias que lleva su nombre.

Por Mario Antonio Sandoval
Tomado de http://prensalibre.com.gt/
DEBIDO AL FALLECIMIENTO del maestro Efraín Recinos, tuve la oportunidad de leer un poco acerca de su vida, de los valores suyos reflejados en esos 83 años, y me puse a pensar en una palabra capaz de describirlo de una sola y buena vez. Fue, sobre todo, un humanista. ¿Cómo definirlo? Considerándolo un partícipe de la doctrina filosófica, ética y de aplicación práctica basada en la exaltación y el cumplimiento de los valores intrínsecos del ser humano, es decir de aquellos dirigidos a ser y a poseer una fundamentación espiritual, en contraposición a la posesión exagerada de objetos no siempre necesarios, es decir del consumismo, de la frivolidad como un fin, de la superficialidad de pensamiento ejemplificada en la trivialidad de vida.
EL HUMANISMO es, en esencia, antropocéntrico. No en el sentido fundamentalista ateo, es decir contrario a la idea de la existencia y de la relación humana con la divinidad, sino talvez como complemento de un determinado pensamiento religioso no fundamentalista. Estos conceptos, para mí claros pero talvez oscuros para otras personas, se manifiestan en la vida práctica de este siglo en temas como la no aceptación, sin necesariamente llegar al rechazo abierto, de las normas sociales cuya cambiante y superficial moda afecta a millones de seres humanos en este momento de la historia universal, preocupados en la marca de su ropa —por señalar un ejemplo— para medir a los demás, y despreocupados por la esencia de las acciones humanas.
A LOS EFRAÍN RECINOS de este mundo no me los puedo imaginar con smoking de seda, en un automóvil lujoso y último modelo, viviendo en alguna mansión o cumpliendo con el último estilo de corbata. No puedo. Sí me los imagino pensando, sumergidos entre sus papeles, sus apuntes o bocetos, y entregados con entusiasmo a cualquier labor por ellos escogida. Eso explica su éxito en la cultura, en el arte y el deporte. No olvidemos la importancia otorgada a esta última actividad en los tiempos humanistas por excelencia, es decir la Antigua Grecia. Y sí me los puedo imaginar defendiendo a capa y espada sus obras, es decir sus ideas convertidas en materia, de quienes querían derrumbarlas, cambiarles nombre o alterarlas en cualquier forma.
EL HUMANISMO ENTENDIDO de esta forma, ¿puede congeniar, complementarse o es necesariamente opuesto al liberalismo, ya sea tradicional o “neo”, como se le califica en el mundo actual? Un punto de unión puede encontrarse en el concepto de libertad, con la evidente diferencia en cuanto a la existencia de los límites de este anhelo humano intrínseco. Por eso la vida de Efraín Recinos es una prueba de la libertad creadora humana, gracias a la cual todo es visto con un cristal distinto. Y el humanista tiene además la libertad de no tomar algunas cosas en serio, otras demasiado en serio y luego agregar una de las características humanas más originales: la capacidad del buen humor, con su dosis de travesura, envuelta en cierto nivel de burla.
A MI JUICIO, UNA DE LAS cualidades únicas del maestro Recinos fue su capacidad de adaptarse al asfixiante y venenoso ambiente guatemalteco, lleno de pueblos pequeños y de infiernos grandes… pero, sobre todo, lograr el reconocimiento de personas de todos los orígenes, puntos de vista, ideologías, profesiones u oficios. La unanimidad de los homenajes rendidos a su vida, no a su muerte —porque fue su ingreso a una pequeña inmortalidad nacional con posibilidades de convertirse en una gran inmortalidad mundial— representa la oportunidad de permitirnos a los guatemaltecos recapacitar sobre la urgencia de eliminar la cultura de la descalificación en la cual estamos empantanados. Eliminarla sería la última obra de este gran humanista.
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